Tenemos aspiraciones espirituales porque todo puede ser mejor, porque el espíritu quiere más experiencias positivas infinitamente, porque el YO busca ser libre sin ser oprimido por ninguna emoción que limite su expansión, y porque el YO busca ser feliz, superar el conflicto y estar en armonía con los demás.
La felicidad, según esta filosofía, no es placer, sino “una sensación de plenitud que se logra por la identidad con los ideales espirituales“.
En estado de plenitud ya no existe el sentido del deseo ni del vacío.
Aquellos que buscan la felicidad por la satisfacción de los sentidos se equivocan, porque los sentidos se saturan.
La meditación es una herramienta esencial en este camino, para buscar la tranquilidad espiritual, analizar problemas y resolverlos.
Se puede sentir una renovación de nuestra identidad espiritual, al contemplar los ideales espirituales reprimiendo los pensamientos, permitiendo que los pensamientos y sentimientos circulan por la mente, sin intervención del YO.
Con la meditación resulta posible sublimar los contenidos reprimidos en el inconsciente, si se emplean ciertas técnicas de Yoga.
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