El propósito de la vida, según la filosofía hindú, es la búsqueda de la paz interior para descargar tensiones, sublimar el inconsciente, desarrollar nuevos propósitos, educar la mente consciente para no ser su esclavo, despertar los anhelos espirituales y lograr la realización del ser espiritual.
Jesús fue un gran profeta y maestro espiritual que trascendió su naturaleza física. Dió una gran señal hacia la vida, cuando afirmó que:
El hombre es más importante que su religión.
Con estas palabras, el maestro invitó a sus discípulos a abrazar la fe y vivir una vida de espiritualidad auténtica, en busca de la paz interior y la unión con lo divino. Es una interpretación moderna del Evangelio de Marcos 2:27 que textualmente dice:
El sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.
El versículo transmite la idea de que la persona y su dignidad están por encima de las reglas, ritos o prácticas religiosas.
Ideas de clérigos y filósofos más modernos
—San Agustín: En su obra “La Ciudad de Dios“, destaca la importancia de la interioridad en la adoración a Dios. Para él, la verdadera adoración no se limita a los ritos externos, sino que surge de un:
encuentro personal con Dios en el espíritu.
–Immanuel Kant: En su “Crítica de la razón pura” aborda la cuestión de la existencia de Dios desde una perspectiva racional. Reconoce que la razón no puede probar la existencia de Dios, sin embargo, argumenta que:
La idea de Dios es necesaria para fundamentar la moralidad y la búsqueda del bien supremo.
–Aldous Huxley: En su obra “La filosofía perenne“, explora la mística comparada y encuentra puntos en común entre diversas tradiciones religiosas. Para él, la frase
Dios es espíritu
resuena con la idea de una realidad trascendente que está más allá de nuestra comprensión racional. Huxley argumenta que la experiencia mística, en la que el individuo se siente unido a lo divino, es una forma de conocimiento tan válida como la razón o la ciencia.
—Carl Jung: la capacidad del hombre de conectarse con lo Absoluto no es un simple acto de fe externa, sino una necesidad psíquica profunda, inscrita en el inconsciente colectivo como un arquetipo universal.
Lo divino representa la totalidad y el sentido último.
Esa conexión no es solo creencia, sino experiencia transformadora.
Cada religión, filosofía o mito es una expresión cultural diferente del impulso humano hacia lo Absoluto.
Lo que Jesús llamó “adorar en espíritu y en verdad” (Juan 4:24), Jung lo entiende como reconocer y vivir la experiencia de lo divino en el interior del ser humano, más allá de formas externas.
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